Cuando iniciamos la producción de un material para la enseñanza, en cualquiera de sus formatos y lenguajes, partimos de muchas experiencias. Nos valemos de saberes y aprendizajes sobre la labor didáctica construidos a partir de nuestros roles de enseñanza y, al mismo tiempo, de nuestras trayectorias como estudiantes. 

Es importante reconocer que los materiales para la enseñanza son producciones específicamente creadas para ser incorporadas a una propuesta docente. Por ello mismo, se diferencian de otros recursos culturales con potencial educativo debido a que su intencionalidad es diferente. Es el modo en el cual se desarrolla la articulación de dimensiones disciplinares, epistemológicas, institucionales y didácticas la que los significa como tales. 

Entendemos que los materiales para la enseñanza son representaciones sobre el mundo, sobre los conocimientos, sobre el enseñar y el aprender. Y, al mismo tiempo, son herramientas mediadoras en la comunicación pedagógica.


Al pensar en el diseño de un material es importante  reconocer que estos recursos ponen en relación los contenidos (criterios de selección / características / evaluación), los medios, las interacciones y los espacios de implementación.
Para que un material propicie usos significativos, la selección que realizamos sobre los lenguajes y formatos a utilizar debe respetar y sostener coherencia en relación a la propuesta docente que la enmarca.

Pensar en qué modo vamos a invitar a recorrer los saberes que dan cuerpo a nuestra propuesta de enseñanza es el desafío que les proponemos  en relación con la producción de materiales.